La
máquina del futuro
Sabrina Saldaña, 3º D
¡¡Realmente la máquina ha funcionado!!- grité desde el
piso de arriba tras haber pasado un tiempo en aquel lugar.
Todo comenzó dos semanas antes de navidad, cuando mi
familia decidió que era un buen momento para empezar la mudanza a nuestra nueva
casa.
Yo ya tenía suficiente en esas fechas con mis exámenes
del instituto, pero aun así tuve que guardar todas mis cosas, incluidas las de
aquel cuarto lleno de objetos viejos que hacía años que no pisaba.
Era domingo por la tarde. Cuando abrí la puerta, no
imaginaba todo lo que había allí dentro, así que comencé a ordenarlo.
Tras unas horas encerrada entre polvo y trastos antiguos
encontré una misteriosa máquina, detrás de las cortinas.
Era de color rojo, tan alta como una persona (o por lo menos
para mí lo era), tenía una puerta amarilla y con una pantalla negra. Al
acercarme, pulsé un botón sin querer y el negro se convirtió en un espejo.
Seguí observando la peculiar máquina, cuando vi en el
lateral derecho que sobresalía una palanca verde que señalaba la palabra
“futuro”.
Al seguir curioseando, atravesé la puerta y me quedé
frente al espejo. Allí comenzó mi viaje a 2040.
En el reflejo me vi en la que sería mi futura casa,
estaba en mitad de un bosque, bueno lo que quedaba de él.
La casa era pequeña con cristaleras y se podía ver a
través de ellas las máquinas que seguían talando inmensas cantidades de
árboles.
Yo estaba sentada en el salón, frente a un robot en el
que estaba testando un nuevo producto de mi marca personal de cosméticos.
Por el salón también se veían mis mascotas, un pájaro que
volaba libre por la casa, un pequeño lagarto que volaba libre sobre mi hombro y
mis cuatro gatos traviesos.
Me veía feliz, concentrada y al mismo tiempo muy
preocupada por lo que sucedía a mí alrededor. Era tanta la contaminación que
hasta para salir necesitábamos máscaras para no respirar los químicos del aire,
el cielo siempre estaba negro y cada vez menos animales...
De repente no sé en qué momento sucedió, pero el espejo
volvió a convertirse en una simple pantalla negra, me gire y ahí estaba Miski
jugando y mordiendo todos los cables de aquel cuarto
Pero no le di importancia. Solo pude gritar que la máquina
realmente había funcionado.